Fauna marina desaparecida de nuestros litorales como el atún o el pez limón, fueron en su momento un eficaz freno natural para las medusas que, libres de sus depredadores, llegan a inundar las playas hasta el punto de obligar a que las autoridades adopten medidas.
Soportar el picotazo de una medusa es muy desagradable y doloroso y, aunque nuestras playas no están tan expuestas como, por ejemplo, las del Pacífico, las circunstancias están favoreciendo su proliferación. (En las fotos dos de las especies que se pueden encontrar en el Mediterráneo).
La picadura de una medusa es el accidente marino más frecuente que ocurre en nuestras playas. Dependiendo principalmente de cuál es la especie responsable de la picadura, ésta tendrá una gravedad diferente, pudiendo ir desde un leve picor a un dolor intenso y a producir lesiones cutáneas (existen incluso especies tropicales que pueden llegar a ser mortales).
La picadura se produce cuando entramos en contacto con la medusa. Al rozarla, se estimula un pequeño pelo sensorial que poseen en sus células y se provoca que se dispare un pequeño arponcillo por el que nos inyecta el veneno, recibimos así cientos o miles de pequeños aguijonazos. Dependiendo de la zona de la medusa que rocemos y de la especie de que se trate, este arponcillo tiene diferente tamaño y diferente capacidad de penetración en nuestra piel. Esto explica que seamos más sensibles a las picaduras en zonas de piel fina como la cara o la cara interna de los antebrazos, mientras que en otros lugares como en las palmas de las manos, al tener la piel más gruesa, es más raro que nos veamos afectados. Del mismo modo, los niños pequeños y las mujeres, resultan más vulnerables.
Existen en el mercado farmacéutico unas nuevas cremas de protección solar que, además, ayudan a protegerse contra ellas gracias al extracto de plancton que provoca que la medusa resbale por la piel, impidiendo que nos piquen. Además, también encontraremos estos productos adaptados para los más pequeños. Para que el producto sea eficaz hay que seguir las recomendaciones del fabricante.
En cualquier caso, si llegara el nada deseable lance de verse «atacado» por una medusa, he aquí algunas recomendaciones útiles, aunque la primera de todas es acudir rápidamente a un puesto de socorro.
1.- No frotar la zona afectada ni con arena ni con una toalla. Lavar con agua salada la zona afectada y retirar con unas pinzas los restos de tentáculos que pueden aun estar adheridos
2.- Inactivar el veneno. Lavar abundantemente con algún agente desintoxicante. ¡Nunca con agua dulce! Los expertos recomiendan: ácido acético al 5% (si es posible, sumergir el miembro afectado durante 15 a 30 min.), o vinagre en su defecto. Otros recomiendan usar una solución acuosa concentrada 1:1 de bicarbonato sódico o de una solución saturada de sulfato de magnesio en una solución de cloruro sódico en la proporción 3,5 gr/100 ml. (equivalente al agua de mar).
3.- Calmar el dolor. Aplique una bolsa de hielo sobre la zona (5-15 min.), resulta ser un método muy efectivo si se aplica inmediatamente después de la picadura. La sensación de frío, por una parte, aliviará el dolor o el escozor; por otra parte, el frío degrada la toxina haciendo que deje de actuar. No poner en contacto la piel con agua dulce. Administrar algún analgésico.
4.- Desinfectar con una pomada antibiótica no sensibilizante.
5.- Es importante identificar el tipo de medusa. Comentar el incidente al médico, sobre todo si nos sentimos mal o las molestias persisten. Las picaduras de las medusas pueden tener efecto diferente en diferentes personas ya que pueden desarrollar respuestas de tipo alérgico o producir un choque anafiláctico. Ante sucesivos casos de picaduras el organismo desarrolla una hipersensibilidad, resultando cada vez más afectado.
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