La Navidad es tiempo de solidaridad. Un slogan. Pero la solidaridad en mayúsculas está en el día a día. Diariamente las personas que tienen disminuidas sus capacidades físicas, psíquicas o sensoriales se enfrentan a barreras arquitectónicas y comportamientos incívicos. El 3 de diciembre es el Día Internacional de las personas con Discapacidad, en reconocimiento de los más de 37 millones de discapacitados que viven, sólo, en Europa.
Nuestra Constitución.
Basándose en el artículo 49 de nuestra Constitución, en el B.O.E. nº 103 de Abril de 1982 quedaron aprobados los “Derechos de los Discapacitados”. En él se dice, respecto a su movilidad y barreras arquitectónicas que…
“La construcción, ampliación y reforma de los edificios de propiedad pública o privada, destinada a un uso que implique la concurrencia de público, así como… las vías públicas, parques y jardines, se efectuarán de forma tal que resulten accesibles y utilizables a los minusválidos”.
“En los proyectos de viviendas de protección oficial y viviendas sociales, se programará un mínimo de un 3 por ciento con las características constructivas suficientes para facilitar el acceso a los minusválidos…”
“…se adoptarán medidas técnicas en orden a la adaptación progresiva de los transportes públicos colectivos”.
“Los Ayuntamientos adoptarán las medidas adecuadas para facilitar el estacionamiento de los automóviles pertenecientes a los minusválidos…”
Desde la silla…
Hagamos un ejercicio imaginario. Pensemos en nuestra rutina desde una silla de ruedas:
“Tengo suerte, la silla cabe en el ascensor de mi bloque y hay una rampa de salida a la calle. Voy a comprar el pan, el periódico y algo de leche en el súper: los respectivos escalones de acceso no me lo permiten. He de cruzar la calle para desayunar en la cafetería de mi calle: un coche estacionado en el paso de cebra me impide llegar al único desnivel de la acera en toda la calle. Otro escalón para acceder a la cafetería. Gestiones en el Ayuntamiento: escalinata de acceso, no hay ascensor para acceder a la primera planta. Imposible llegar allí porque hay dos tramos de acera por donde no cabe la silla. Cojo el coche, la plaza de aparcamiento para minusválidos está ocupada. Necesito sacar dinero del cajero: imposible acceder al banco. Los cajeros exteriores, demasiado altos. De vuelta a casa, un coche aparcado encima de la acera a unos metros de mi portal… y así un largo etcétera de “gestos solidarios”.
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